El día en que se cumple el 80 aniversario de la proclamación de la II República española, parece un buen momento para realizar un recordatorio, alejado de la nostalgia y del simplismo, acerca de lo que significó aquella brillante época para la historia de nuestro país.
La II República fue mucho más que un mero cambio en la forma de gobierno, ya que supuso la primera ocasión en la que nuestro país apostaba claramente por los derechos sociales y por la democracia.
Sobre estos dos pilares se asentó la primera Constitución democrática de la historia de España, que recogiendo el testigo cedido por La Pepa (1812), trataba de saldar el déficit democrático que nuestro país arrastraba respecto a los países de su entorno.
La II República fue la revolución democrática que España tenía pendiente desde hacía más de un siglo, una revolución que hablaba de igualdad ante la ley, de separación entre Iglesia y Estado, de supresión de los privilegios ancestrales de las clases nobiliarias, de reforma agraria, o de preeminencia del ser humano sobre la realidad económica.
Una revolución que quedó estrangulada por la gran confrontación ideológica que se preparaba en Europa, y por el brazo armado de una minoría que se resistía ferozmente a entregar sus prerrogativas sociales y económicas.
Con el fin de la II República, España perdió una oportunidad más de unirse a la Europa que impulsaba los valores sociales y democráticos más avanzados.
¡VIVA LA REPÚBLICA!
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