¿CON QUE DERECHO..? PRIVAREMOS A LOS FUTUROS CANDASINOS DE ESTE RINCÓN..? .¡NI UN KILO DE CEMENTO MÁS...!!
Candás empezó su singladura marinera en este collado de piedra y tierra, pedestal estremecido por los vientos y el oleaje. Sus sillares de caliza fueron la primera puerta de entrada y de salida de las traineras candasinas.
Eran los veranos de nuestra juventud, y los muiles bebían la mar de la Pregona cuajada de color a sangre de costera. El agua era igual que una huerta viva y agitada donde, Bautista y Quirós, pescaban sentados con sus baras de bambú, desde el pretil del Muelle Tierra. Una y otra vez, enhebran los anzuelos con xorra de Perán. La boya roja y azul, se hundía, y enseguida temblaba la caña con lo muiles volando, brillantes de humedad.
Todo era vecindad en torno al Muelle Tierra. De pié o sentados al borde de aquel mar familiar escuchamos muchas veces la sirena de la rula, y vimos asomar por los Bocales, ciando, a los boteros con sueste y ropas de agua amarillas.
Niños de Ribera, hijos y nietos de los reyes del bonito, nos criamos sobre aquel muelle cuna, alto y lleno de calado, jugando por entre aquellas piedras donde nacía el perejil marino y se posaban las gaviotas dejando su guano blanco.
Candás empezó su singladura marinera en este collado de piedra y tierra, pedestal estremecido por los vientos y el oleaje. Sus sillares de caliza fueron la primera puerta de entrada y de salida de las traineras candasinas.
Eran los veranos de nuestra juventud, y los muiles bebían la mar de la Pregona cuajada de color a sangre de costera. El agua era igual que una huerta viva y agitada donde, Bautista y Quirós, pescaban sentados con sus baras de bambú, desde el pretil del Muelle Tierra. Una y otra vez, enhebran los anzuelos con xorra de Perán. La boya roja y azul, se hundía, y enseguida temblaba la caña con lo muiles volando, brillantes de humedad.
Todo era vecindad en torno al Muelle Tierra. De pié o sentados al borde de aquel mar familiar escuchamos muchas veces la sirena de la rula, y vimos asomar por los Bocales, ciando, a los boteros con sueste y ropas de agua amarillas.
Niños de Ribera, hijos y nietos de los reyes del bonito, nos criamos sobre aquel muelle cuna, alto y lleno de calado, jugando por entre aquellas piedras donde nacía el perejil marino y se posaban las gaviotas dejando su guano blanco.
MUELLE TIERRA, PLAYA LA PREGONA,PEÑA FURADA ,PEÑA DE LOS ÁNGELES Foto: Luis Fernández años 80
Fuente: Libro "EL humo de los barcos" , José Marcelino García.
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