Ese déficit no lo podremos salvar sirviendo culetes de sidra, dando conciertos de gaita y tambor, construyendo campos de golf y casinos como esos insensatos manchegos y baturros imitadores de Las Vegas de Yanquilandia. La siderúrgica Arcelor alcanzó el pasado año unos beneficios que rondan los 2.200 millones de euros y los gobernantes siguen creyendo que el futuro de Asturias (Patria Querida) está en menudencias -caxigalines, decimos nosotros- lúdico-turísticas.
Prefiero en la costa occidental gijonesa astilleros y talleres de calderería que clubes, balnearios y chiringuitos que se autodenominan «bares de tapas» y «bares de copas». Caen en la obviedad creyendo que en los bares se pueden servir otras cosas que copas y tapas.
Tal vez mi ignorancia no alcance a comprender que también en ellos se pueden encontrar esos polvitos blancos que algunos se meten por la nariz. En mis tiempos también los había, pero se llamaban bicarbonato sódico y los tomábamos para el ardor de estómago, producto de la resaca que ahora se llama tsunami.
Ladislao de Arriba