sábado, 8 de diciembre de 2012

Quiero ir a danza del vientre


............FOTO:  Archivo de google
Cuando la austeridad se convierte en disparate

Hay ocasiones en las que sólo la caricatura muestra el verdadero rostro de las cosas. Agotado el ciclo expansivo, llega el momento de la austeridad sin medida, así que delatar al manirroto se ha convertido en uno de los principales deberes de todo buen español. El PP de Carreño ha encontrado un indudable motivo de escándalo en los cursos de extensión cultural que organiza el Ayuntamiento, gobernado por el PSOE. Les parece positivo que el dinero público se invierta en cursos de artesanía, cerámica o gimnasia, pero en modo alguno consideran aceptable que esos fondos se empleen en clases para aprender la danza del vientre.

Ayer dediqué la mañana entera a tratar de encontrar el motivo por el que la cerámica es inversión y la danza del vientre, gasto superfluo. No lo encontré, pero si el PP de Carreño lo dice, será que es así. A lo más que llegué fue a barruntar que si de verdad quieren rentabilizar esos fondos, mejor organizaban un máster de ingeniería genética y biotecnología para la población que busque un «hobby» y apostaban decididamente por la I+D+i. Ahí es donde está el futuro, coime.

Dice el Nobel Krugman, y también lo refrenda un reciente informe del FMI, que no hay evidencia histórica de que los recortes hayan favorecido ningún tipo de recuperación económica. Pese a ello, todo ayuno nos parece poco y a todas horas buscamos más lastre del que desprendernos para que el globo se mantenga. Ahora le tocó a la danza del vientre, vaya por Dios. Hace un tiempo una funcionaria me dijo que su jefe les había prohibido imprimir textos con negritas, porque se gastaba más tóner en las impresoras. Yo recuerdo que entonces pensé que aquel jefe era imbécil, pero ahora creo que estamos ante un caso de necesario racismo económico. Como no hagamos un ERE a las negritas, esto se hunde.

Tengo un amigo que es fraile dominico, un maestro de la vida. Es un tipo tan ingenioso como generoso. Regala su chispa, su tiempo, su dinero y sus propiedades a quien los necesita. Pero un día le reprocharon que llevase un polo de marca y él, sin inmutarse, les replicó: «Os recuerdo que yo hice voto de pobreza, pero no de miseria». Por culpa de esta crisis, todos hemos tenido que hacer voto de pobreza. Pero, hasta que la miseria nos llegue, ¿por qué no podemos ir a clase de danza del vientre?

EDUARDO LAGAR 


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