viernes, 28 de octubre de 2011

Erótica del poder

"...Qué tendrá la política que Rubalcaba la prefiere a dar clases y Rajoy la pone por delante de su empleo como registrador.."

Que nadie me explique la milonga esa de la erótica del poder. No lo podré entender porque uno jamás ha tenido poder alguno. Ni mando en casa, ni mandé en la mili y profesionalmente nunca pasé de ser considerado como el chico de los recados.

Se pretende alcanzar el poder cuando se está aburrido en su profesión. Fíjense en los candidatos. Alfredo Pérez Rubalcaba prefiere andar por la vida con escolta que dar clase al mocerío sobre la Química Orgánica. Mariano Rajoy lo pasa mejor liderando a los conservadores que registrando propiedades inmobiliarias en la mediterránea Santa Pola (lugar de veraneo en «illo tempore» de don Santiago Bernabeu).

Ambos aspiran al poder y se presentan el 20 de noviembre, porque se aburre dando clase en la Complutense, el primero; y registrando escrituras, el segundo.

Yo intuyo quién será el elegido pero no lo digo, pues si fallo voy a coger fama de «cenizu».

Sea el que fuere, alcanzará una victoria engañosa. Un meterse en un laberinto. Muy entretenido, desde luego, pero para eso ya se inventó el sudoku y los crucigramas, que es lo que hacemos los jubilados para no aburrirnos pero...

Ya conocerán la definición aquella que hizo un alumno del ácido sulfúrico: «líquido de agradable olor».

-«¿Agradable?», dijo escandalizado el profesor.

-«A mí gústame», contestó el examinando. 

El poder lleva implícito tener un guardaespaldas pisándote los talones, aguantar a la tropa parlamentaria y cantar el «Asturias, Patria Querida» todos los años en el ovetense teatro Campoamor.  

Ladislao de Arriba

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