jueves, 26 de mayo de 2011

Los votos y los pactos

............FOTO: Archivo A.VV. de Candás
El sufragio universal se muestra, como la historia ha probado tantas veces y por mucho que uno se niegue a aceptarlo, como un abuso de la estadística, mientras que los partidos y los políticos no siempre aciertan a interpretar la verdadera intención del voto.

Los pactos posteriores al dictamen de las urnas, sujetos al interés partidista, desvirtúan con frecuencia la voluntad democrática. Esto, unido a unas leyes electorales que priman el voto en función del lugar donde se deposita, suele dar lugar a graves manipulaciones de la decisión popular.

Claro que hay una forma de acabar con ello y es reformando la ley para convertirla en un instrumento más justo e interpretativo de la voluntad ciudadana. Y también está claro que son las organizaciones políticas que más frecuentemente suelen beneficiarse de esta batalla desigual del voto las que no están dispuestas a mover un dedo para cambiar la ley. Una solución sería que fuese la lista más votada en cada Ayuntamiento y autonomía la que gobierne. Y que los partidos no se vean tan perjudicados en la redistribución de los escaños porque un ciudadano los vote en una o en otra circunscripción, en uno u otro lugar de la geografía nacional. Los votos deberían tener el mismo valor.

No es razonable que dos fuerzas distintas, incluso enfrentadas, que se presentan a las elecciones se pongan de acuerdo para impedir que gobierne el candidato adversario más votado. Especialmente, cuando lo es, además, por un margen sustancial de sufragios. O cuando la operación se presenta bajo signos revanchistas o de inquina personal. Así se estafa a la voluntad popular. Otra cosa es que el partido más votado se dirija a otra formación para invitarla a colaborar y obtener así una mayoría cómoda para la gobernabilidad.

Existen, sin embargo, ocasiones muy específicas en que unir los votos para impedir una amenaza real a las libertades fundamentales de los ciudadanos estaría justificado. Sucedió, si recuerdan, hace cuatro años con el frente constitucionalista PSOE-PP en el País Vasco, que esta vez lamentablemente no se repetirá.
Luis M. Alonso

1 comentario:

Juancho-Candás dijo...

Estoy totalmente de acuerdo en la necesidad de cambiar la ley electoral de manera que evitemos situaciones de estafa al electorado.

Somos mercancía electoral en manos de los partidos.