............FOTO: Archivo A.VV. de Candás
El sufragio universal se muestra, como la historia ha probado tantas veces y por mucho que uno se niegue a aceptarlo, como un abuso de la estadística, mientras que los partidos y los políticos no siempre aciertan a interpretar la verdadera intención del voto.
Los pactos posteriores al dictamen de las urnas, sujetos al interés partidista, desvirtúan con frecuencia la voluntad democrática. Esto, unido a unas leyes electorales que priman el voto en función del lugar donde se deposita, suele dar lugar a graves manipulaciones de la decisión popular.
Claro que hay una forma de acabar con ello y es reformando la ley para convertirla en un instrumento más justo e interpretativo de la voluntad ciudadana. Y también está claro que son las organizaciones políticas que más frecuentemente suelen beneficiarse de esta batalla desigual del voto las que no están dispuestas a mover un dedo para cambiar la ley. Una solución sería que fuese la lista más votada en cada Ayuntamiento y autonomía la que gobierne. Y que los partidos no se vean tan perjudicados en la redistribución de los escaños porque un ciudadano los vote en una o en otra circunscripción, en uno u otro lugar de la geografía nacional. Los votos deberían tener el mismo valor.
No es razonable que dos fuerzas distintas, incluso enfrentadas, que se presentan a las elecciones se pongan de acuerdo para impedir que gobierne el candidato adversario más votado. Especialmente, cuando lo es, además, por un margen sustancial de sufragios. O cuando la operación se presenta bajo signos revanchistas o de inquina personal. Así se estafa a la voluntad popular. Otra cosa es que el partido más votado se dirija a otra formación para invitarla a colaborar y obtener así una mayoría cómoda para la gobernabilidad.
Existen, sin embargo, ocasiones muy específicas en que unir los votos para impedir una amenaza real a las libertades fundamentales de los ciudadanos estaría justificado. Sucedió, si recuerdan, hace cuatro años con el frente constitucionalista PSOE-PP en el País Vasco, que esta vez lamentablemente no se repetirá.
Luis M. Alonso
1 comentario:
Estoy totalmente de acuerdo en la necesidad de cambiar la ley electoral de manera que evitemos situaciones de estafa al electorado.
Somos mercancía electoral en manos de los partidos.
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