Que las aguas de la paya de Palmera de Candás no son las del rio Ganges, ese que está lleno de cadáveres y desechos y que sin embargo es utilizado para el baño y el consumo de los lugareños sin que al parecer sea letal debido a su presunto carácter sagrado, ya nos lo imaginábamos, aunque a tenor de las analíticas realizadas por la Consejería de Sanidad hubo un momento, a principios del verano en que muchos llegamos a pensar que nuestras aguas fecales, vertidas directamente al mar por la falta de saneamiento, debían de tener un componente mágico que había logrado la calificación de la calidad del agua como excelente.
A medida que el verano avanzaba y en casi progresión geométrica la cosa cambió y de un sobresaliente cum laude fuimos pasando del progresa adecuadamente al manifiestamente mejorable de mediados de agosto para concluir estos días, en los que la temporada se ha acabado, en la peor calificación de calidad posible para el baño, pudiendo encontrarse en el agua restos de aguas fecales, con la recomendación de precaución por la alta concentración de colonias de E. coli y enterococos. La pregunta que subyace ante esta recomendación, a toro pasado, es la responsabilidad de nuestros gestores públicos en la información a los ciudadanos o más bien en la manipulación consciente e interesada de tales hechos.
En un concejo inmerso en una crisis medioambiental derivada de la falta de saneamiento, de los argayos por el lamentable estado de la fachada marítima, sin soluciones a la vista, y con una contaminación constante por el parque de carbones de Aboño y demás industrias anexas, parece que lo verdaderamente preocupante para el equipo de gobierno del Ayuntamiento ha sido una candidatura a Pueblo Ejemplar de Candás y sobre todo una defensa numantina de la instalación de una incineradora, aún pesar del rechazo de movimientos vecinales y todos los partidos políticos de la oposición, que vendría a poner la guinda al pastel del disparate y con la que podríamos optar al premio al ejemplo de Concejo letal para la salud .
La ética, en política, debe ser asignatura obligada y no puede estar sujeta a variables, como la temporada turística, que condicionen el deber de poner al servicio de los usuarios de las playas toda la información sobre los riesgos que puede conllevar un baño en aguas que están sufriendo vertidos fecales.
Pero la realidad es bien diferente por lo que no debemos olvidar lo sano que es, sobre todo para nuestra dignidad, poner en tela de juicio todas aquellas informaciones de los poderes públicos que contravienen el sentido común, el menos común de los sentidos, por otro lado./ Cosima Piovasco Di Rondo
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