
En Madrid, en ciertos establecimientos en los que se paga por entrar (consumición aparte) también se paga por salir. Cobran por dejar los clientes salgan a la acera a «echar un pitu». Si no se paga un euro no se tiene derecho a retorno. Esto se comenta en las tertulias como lo nunca visto.
Los viejos sidreros (si es que queda alguno con memoria) pueden dar testimonio de que en los antiguos lagares, cuando «rompían un tonel» se pagaba a la entrada lo convenido y cobraban una peseta cada vez que se salía a «visitar» el maizal vecino. Conocidas son las facultades diuréticas de la sidra. AL tercer «culín» ya obliga a la micción; y cuantos más tragos, más micciones (conviene explicar que en los lagares de entonces no había «toilette» como en los de ahora. Además no se sentaban los bebedores y la verticalidad también propicia el mejor funcionamiento renal).
Traigo esto a cuenta de la diferencia del salir a fumar y del salir a mear: un euro en el siglo XXI y una pesetas en el siglo XX.
Brindo este dato a la consideración de economistas, sociólogos, científicos y demás de profundos saberes, para que nos expliquen la enorme diferencia entre lo que cuesta satisfacer un vicio y cubrir una necesidad.
¿Será cosa de la inflación? Serálo guapamente.
L.N.E