La política lleva camino de convertirse en un concurso de poda. Ante la pertinaz sequía, se cortan ramas para que la planta beba menos. Los responsables públicos, recién llegados o veteranos, compiten en mostrar órganos y miembros amputados como si fueran exvotos.
En la precampaña de las generales, Rubalcaba se adelanta con una apuesta fuerte, la tala de todo un bosque, el de las diputaciones provinciales. El PP parece rechazarla, pero su gabinete electoral echa humo buscando un recorte mayor en otra parte del cuerpo, para subir la apuesta. No es fácil que se atreva a proponer lo sensato, que sería suprimir el Senado, visto que nadie ha querido darle su función natural de Cámara territorial.
Al grito de ¡más madera!, que entre pitidos suelta a cada poco el maquinista de la General, perseguido por los mercados, todos se afanan en desmantelar lo que haya a mano para echarlo a la caldera.
Pedro De Silva
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